Por Jessica Ayala Pérez
Me dirigía hacia la prepa para ir a la revisión de mi examen final de matemáticas y estaba muy nerviosa porque sabía que no me había ido muy bien en la prueba, por lo que durante el trayecto escuchaba música para relajarme tantito. No presté atención a nada más. Mi ropa era la de siempre: una blusa de tirantes, pantalones y unas sandalias cualquiera. Subí al camión, pagué, me senté y minutos después, a mi lado derecho estaba un hombre del que no me había percatado hasta que me tuve que bajar.
Cuando estás atrapada en ese lugarcito junto a la ventana es incómodo, por eso, aunque parezca algo muy tonto, siempre se me ha hecho buena onda la gente que se levanta para que puedas salir sin dificultad porque algunas personas solo se hacen a un ladito y bueno, brinca, salta, hazle como puedas. Al parecer el bus llevaba tanta prisa que pensé no me daría chance de bajarme en mi paradero, la prepa quedaba a dos esquinas de ahí. Aquel hombre se levantó para que yo pudiera salir a pesar de que el camión estaba llenísimo, era casi imposible pararse ¿qué amable, no? Pues no. Quedé atrapada entre la multitud de gente y él quedó detrás de mí, todo pasó rapidísimo desde el momento que me paré de mi asiento hasta que me bajé. Pude sentir su respiración en mi nuca y además de eso, su mano en mi trasero y su erección. Nunca vi su rostro, solo sé que lo sentí.
Caminé hasta la escuela y apenas llegué a la entrada corrí hacia el baño para encerrarme y llorar ¿cómo algo así podía haber sucedido en un instante? Y en contra de mi voluntad, sin haberlo pedido, sin haberlo deseado. Me agarró totalmente desprevenida, con ansiedad, prisa y la mente nublada por un examen. Minutos después me encontré con quien era mi novio en ese tiempo pero simplemente no pude decirle, me dio vergüenza y sabía que él enloquecería si le contaba. El punto es que me quedé callada, nunca le conté a nadie, porque en ese entonces no contaba con la seguridad que tengo ahora.
Han pasado seis años y ahora que me leo, creo que la gente pensará “que historia más cliché: te aplicaron el típico camaronzazo en el bus” y siento una profunda tristeza porque no es que sea una historia cliché, sino que se ha convertido en un suceso normal, en una historia que viven diariamente miles de mujeres y eso es lo que me preocupa.
Durante la carrera desarrollé interés por los estudios de género y tengo que destacar la importancia de éstos, ya que diversas problemáticas en relación a la mujer pueden ser visibilizadas a través de esta línea de investigación con la finalidad de observar que tanto hemos avanzado cultural e ideológicamente en cuanto a la violencia de género y otros temas de vital importancia para nosotras. Asimismo, los estudios de género permiten crear discusiones y soluciones para formar parte del cambio cultural que tan urgentemente necesitamos las mujeres mexicanas en la actualidad porque en México sigue estando vigente el sistema patriarcal y el machismo.
Creo conveniente agregar que es de suma importa acercarnos al feminismo y practicarlo, conocer nuestra historia, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Para finalizar, quisiera aconsejar a todas las mujeres que si algún día les sucede algo similar o cualquier otra situación de violencia, por favor, díganlo, griten, pidan ayudan, pataleen, pero no se queden calladas. Denuncien, denuncien, denuncien. ¡Ayudémonos entre todas!

Feministas haciendo contenido. Escucha nuestro podcast: Lo que callamos las Violetas.
Hola, estoy de acuerdo contigo, pues como a muchas otras me sucedió lo mismo a los 15 en el autobús, pero ami fue de frente y nadie hizo nada,igual me baje con una mezcla de rabia y dolor que me nubló la mente y después de eso me volví agresiva cuando en la calle me continúe topando con gente así ,que se te acerca tanto a la cara a l pasar para decirte una obscenidad, o tocarte,e incluso té queman con el cigarro para distraerte .Aprendi a defenderme con una bolsita con pilas viejas, o sacudir el gas del refresco y echársela a la cara.
Pero no lo olvide.por eso ahora tengo una hija y lo menos posible que use el autobús y menos sola.y ahora con tanta gente de fuera es peligroso hasta defenderse de ellos, pues no sabemos si tienen armas
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¡Gracias por compartirnos tu testimonio Marilú!