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-Lore te veooooo y me prendooooo
-Wuuut? Jajajaja
-Es que las tienes enorrrmessss
-Seee, lo sé
-(  .  )(  .  )
-Thefuck?
-jajajajajajajajaja qué opinas al respecto
-Que eso que acabas de hacer se llama acoso.

Esa fue una conversación en Facebook que tuve hace poco con un chavo que estudió conmigo la primaria y la secundaria, quien apenas unas semanas antes  dijo que quería “tener una cita romántica conmigo” y yo lo bateé con la excusa más rápida, quizás no tan eficaz, aunque verdadera de que tengo novio. ¿Por qué saco a la luz esta tontería dicha por inbox? Para empezar, se me hizo de muy mal gusto, me incomodó e incluso arruinó mi noche. En un principio intenté darle por su lado, pensé que estaba borracho y por eso escribía esas cosas, ya que no había tenido ese tipo de conversaciones con él, y llámenme exagerada pero que venga y me diga de la nada “me prendes porque las tienes enormes” se me hace algo muy vulgar y totalmente irrespetuoso.

No iba a decir nada al respecto, no le iba a decir “¿DUDE QUÉ TE PASA?”, así con mayúsculas para que sepa que le estoy gritando, pero un simple símbolo, emoticón o como se diga, los paréntesis y los puntos haciendo alusión a mis enormes pechos me hicieron encabronar, porque al parecer es todo lo que importaba de mí, todo lo que veía en mí, y me lo decía como si yo no supiera que tengo un gran par de melones pegados a mi cuerpo que rebotan con cada paso que doy, que son víctimas de miradas lascivas y de comentarios “chuscos” y “no malintencionados”.

¡MAMADAS! Le respondí que eso era acoso porque en efecto, me sentí acosada, me sentí un objeto por mis pechos, claro, no es algo que no sienta a diario, pero ¡dude! En la comodidad de mi hogar, justo a punto de dormir, viene este cabrón que cree puede decir cosas de mi cuerpo sólo porque entre sus piernas le cuelgan un pene con dos testículos y porque le da la gana, ¡no me chingues!

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Este suceso me hizo querer escribir sobre lo que vivo diariamente al ser una mujer de senos grandes, enormes como dijo el fulano, y no me refiero sólo a la parte del acoso, que eso lo vivimos todas las mujeres tengamos la talla que tengamos, sino que parece que en México el ser copa 34 C, bueno admitámoslo soy D, le da derecho a las personas de hablar de mis pechos en todo momento, bajo cualquier circunstancia, sin detenerse a pensar si quiera en cómo me siento, si el comentario me incomoda o me molesta.

Actualmente tengo 23 años, he tenido pechos desde los 12 o 13 años más o menos, y han crecido durante todo ese tiempo hasta lograr el tamaño “monumental” que tienen ahora. Desde que mis compañeros de la secundaria se dieron cuenta que yo estaba más desarrollada en esa área, no pararon los comentarios, lo curioso fue que provenían más de las chicas que de los chicos, ellas que decían que “les pasara un poco”, que “intimidaba a sus niñas”. Esa última frase la he escuchado más veces de las que se imaginan.

Sé obviamente que mis compañeros con las hormonas a flor de piel deseaban una probada de tan enormes y suculentos ejemplares, pero nunca me lo hicieron saber tan directamente como el fulano del principio, ni mucho menos lo hicieron mis amigos de la prepa, quiero creer que fue por nuestra entrañable amistad y porque me consideraban uno más de ellos (de los varones). No vivo en un mundo mágico y color de rosa, sé que me morboseaban, que lo siguen haciendo, que se los comen con la mirada, que quieren hundir su cara en ellos, pero prefiero ignorarlo, ya me da hueva sinceramente tan sólo pensar en ello.

A mi novio le digo que no hay día en que no reciba por lo menos un comentario sobre mis pechos. Hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, familia, amigos, amigas, compañeros de trabajo, incluso personas que me acaban de conocer me han dicho algo como “las tienes muy grandes”, “¿no te duele la espalda?”, “¿qué copa eres?”, “pechugona ven pa’ acá”, “¿cómo se llaman las niñas?”, como si no supiera que los tengo.

Mi verdadera pregunta es ¿por qué se empeñan en decirlo o en recordármelo? ¿Por qué se sienten con la libertad de hablar de ellos como si fuera noticia de último minuto? ¿Todo porque no es algo “común” en el contexto en que vivimos? ¿A poco le dicen a una persona con alguna malformación o discapacidad sobre su condición? “mira tienes un ojo de vidrio” “mira tienes síndrome de Down”. No estoy comparando el tener senos grandes con tener una discapacidad, no es mi punto en absoluto, pero si se van a basar en que es algo que no se ve mucho en nuestro país, en nuestra sociedad, porque la copa media de senos en México es B ¡no me chinguen! Una persona con un ojo de vidrio no es algo muy común que digamos, y no escucho que le recuerden eso a alguien con dicha condición y que tienen dos o tres días de conocerlo.

Como dije, ya me da hueva el asunto. En la secundaria me daba pena que hablaran sobre ello, estaba pasando de ser niña a ser cosificada por dos cosas cuyo control de crecimiento no poseía, ni poseo ahora. Pero después de diez años de comentarios y miradas, ya es fastidioso, extenuante, aburrido, monótono, estúpidamente parte de mi rutina. Hoy en día soy un adulto semi responsable, que trabaja diario para comer decentemente tres veces al día. Hay un par de compañeros que siempre hablan sobre mis senos, uno de ellos es gay y supongo que eso le da la “confianza” de llamarme pechugona en lugar de Lorena cuando se refiere a mí. Los otros dos son heterosexuales, señores casados, con hijos, cuarentones que no pierden oportunidad de mirármelas y saboreárselas.

Mientras que uno me dice “las tienes hermosas”, el otro me abraza y me dice “úntamelas”, y yo ¿qué hago? Me río nada más, digo algo para zafarme en favor de mis pechos como “lo sé, son hermosos” o “jamás serás merecedor de ellos”, pongo mis brazos entre el fulano que me abraza y yo para no “untárselas”  y ese tipo de cosas.

¿Por qué lo hago? Quizás no me atrevo a mentarles la madre, ya que me tacharán de mamona, de “feminazi”, de exagerada, aunque pensándolo bien en un principio sí me importaba, pero ahora ya me vale.  Sigo la corriente porque permití que fuese parte de nuestro trato cotidiano, sé que está mal, sé que no debí permitirlo, pero ya me acostumbré, no me molesta ni me incomoda, y fuera de eso, ninguno de ellos ha hecho o dicho algo más al respecto, y quiero creer que en el momento en que se pasen de la línea que ya hemos trazado, es decir, sólo esos comentarios, me voy a defender como lo hice con el güey que me acosó por inbox.

Supongo que también lo dicen porque lo ven como “broma”, “no pasa nada”, “es normal”, cosas que también me dijo el otro fulano después de darle mis razones del porqué me sentí acosada. En ese momento le dije lo que está mal de esa situación, y de cualquier ocasión en que él se haya aproximado así a una chava, es que uno o  ambos lados piensen que es broma, que es normal, porque se permite el acoso y la cosificación del cuerpo de las mujeres, y todos sabemos que en casos más cañones deriva en cosas peores, violencia, violación, feminicidio, temas en los que no pretendo meterme, no ahora.

Yo también tengo culpa de esos tratos que recibo, hablando específicamente del caso de mis compañeros de trabajo, pero como dije, ya lo permití. Otra cosa es que mis roomies, mis amigos más cercanos, mi novio incluso me digan algo sobre mis pechos, porque hay confianza, porque así nos llevamos, porque yo también llego y les digo alguna tontería equivalente, pero ciertamente me incomoda que alguien que apenas puede llamarse mi conocido hable al respecto, o bien si se dicen amigos, que sólo piensen que soy atractiva por eso.

Hubo una ocasión en que un tipo de la Cruz Roja coqueteó o bueno, intentó coquetear conmigo en un concierto. Esa noche, mis amigos y yo nos sentamos en lugares separados, por la numeración de los boletos, y la chica que me acompañaba, llamémosle María, presenció el intento de ligue del muchacho. Al terminar la noche, María fue con el chisme a los demás, y lo primero que dijo fue que mengano se acercó a “pecho Lorena” ¿qué pedo? ¿cómo que pecho Lorena? ¡ese no es mi fucking nombre!, ¿no le pudo haber agradado al tipo mi sonrisa, mi cabello, mis ojos o todo mi ser? ¡noooo a huevo fue sólo por los pechos! Y chance sí fue así, no me sorprendería, pero que mi “amiga” piense que esa es la única razón por la que un güey se acercó a mí es insultante.

Pareciera que mis senos son protagonistas de mi vida, ellos no sólo guían las miradas, sino las conversaciones, los chistes, incluso el trato que me podrían dar. A muchos, quizás a todos les valga madres. Los hombres ¿qué van a saber de esto si su pecho no es objeto de estos actos? Y hablo tanto de heterosexuales como de homosexuales, ellos sólo hacen, dicen, miran, actúan sin pensar en todo esto que acabo de escribir, sin saber, como no lo sabía mi novio, en que todos los días escucho comentarios sobre mis tetas, palabra que encuentro en extremo vulgar y por lo mismo, es primera y única vez que la uso en este texto, ¡y ni hablar de las miradas y los pensamientos sucios que conllevan!

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Sí, está cabrón ser mujer en México, está cabrón ser mujer en una sociedad heteropatriarcal, que lo único que hace es cosificar el cuerpo femenino, al grado que es de dominio público: críticas, palabras, consejos, chistes, blablablá. Ahora pónganse a pensar en las particularidades, ser una mujer caderona, ser una mujer chichona, ser una mujer culona, ser una mujer piernona, parece que si no hablas al respecto, esos atributos van a desaparecer, el cuerpo de esa mujer dejará de ser un objeto y ¡dios no lo permita! Si las mujeres estamos en este mundo para que nos digan cómo satisfacer, a la vista, al olfato, al gusto, al oído, al tacto, al sexo, a la cultura, a la sociedad entera, y es algo que hay que recordárselos constantemente ¡TONTERÍAS!

No debería ser normal hablar del cuerpo de una mujer como si fuese una cosa, ni mucho menos hacerlo valer por un atributo en específico. Muchos no tienen idea lo frustrante que es el no poderse poner cierta ropa, ciertas blusas, ciertos vestidos, trajes de baño, porque está muy escotado, ando media chichi de fuera, me van a morbosear, me pueden hacer algo en la calle, me van a estar chiflando, me voy a ver fácil, zorra, ¿qué van a pensar de mí? ¡Por favor! Tengo senos grandes, resaltan aunque me ponga un suéter de cuello de tortuga, cualquier blusa o playera que me ponga se ve escotada, aunque en realidad no lo sea, todo lo demás son excusas para hablar de ellos.

Toda mi vida me he restringido, más bien, me han restringido de usar cierto tipo de ropa. A la fecha, siendo una mujer independiente, mi madre ha querido controlar uno que otro escote de mi vestimenta.

No está chido, pero ¿qué le vamos a hacer? La gente no parece entender que sus comentarios son absurdos y fuera de lugar, incluso estúpidos e ignorantes, como esas publicaciones que luego veo en Facebook, que la ventaja de ser “equipo pocaschichis” es que sí puedes dormir boca abajo. ¿Y quién dice que sólo ellas pueden? Yo he dormido boca abajo desde que tengo uso de razón, de hecho no duermo de otro modo, ¡NO HABLEN POR UN CUERPO QUE NO ES SUYO!

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Hace falta que antes de abrir la boca nos pongamos a pensar si es necesario el comentario, si no está fuera de lugar, y dejar de mencionar lo obvio “tienes senos grandes, eres moreno, eres alta, eres gorda” ¡YA LO SÉ ME VEO TODOS LOS DÍAS EN EL ESPEJO!

A quienes les he dicho esto, ni se imaginaban que eso pasa de manera cotidiana, ni mucho menos la flojera que me da, de tan acostumbrada que ya estoy. Y puedo asegurar que la mayoría de quienes lean esto, me conozcan o no, tampoco tenían idea de qué tantas veces al día una mujer puede ser notada, valorada y cosificada por su cuerpo.

No sé si el texto haga la diferencia, si alguien se ponga a reflexionar al respecto, pero lo quería decir, el suceso que relaté al principio me molestó mucho y me hizo querer compartir estas experiencias que callé por mucho tiempo, para mí, para mis seres queridos y que apenas hace un par de años empecé a develar a personas de confianza. Pero ¡ya basta! Quiero que quien lea esto sepa que estas no sólo son cosas que dicen y hacen los hombres, sino la sociedad en general, que ya me harté de ello, y que como yo hay muchas mujeres pasando por lo mismo y no lo dicen, sea por la razón que sea, miedo, vergüenza o porque ya se acostumbraron a algo que no debería ser visto como normal, ni mucho menos cotidiano.

33 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. Parece ser que si no tienes una copa B la gente hablará bien o mal de tus pechos, aunque claro esto no es garantía. Yo soy copa A, 32A, la Copa más pequeña de todas. Pero soy caderona, tengo trasero algo grande acorde a ella y piernas a juego. Cuerpo de triángulo , bah. Eso de acuerdo a la clasificación de cuerpos según la moda. He recibido comentarios hirientes por mis pechos pequeños: «¿Para qué usas brasiere si ni pechos tienes? «, «Tienes que comprar bras con relleno para que las blusas se vean bien y resalte tu cuerpo», «Si te pones vendas, podrías pasar por hombre», «Ni que estuvieras tan buena, ni tetas tienes» (eso cuando me defendí de un compañero de clase que untó su cara en ellas y le rompí en la cabeza un libro de texto). Como si mis pechos pequeños fueran motivo de vergüenza, de inferioridad, de no dar el ancho pero ¿para quien?. Cuando era más joven, alguna vez dije la frase «pásame un poco», y era incómodo para mí decirlo, pero también era casi un grito de auxilio porque los pechos de mis amigas eran admirados y los míos eran despreciados, infravalorados, y por tanto mi persona no era merecedora de atención, como si el tamaño mis pechos me definieran como persona. Mira tú, qué pendeja, pero así me sentía. Eso no me salvó del acoso, conforme crecía muchos morbosos querían tocarme las piernas y el trasero, y también decían comentarios al respecto o me abrazaban posicionando las manos sospechosamente bajas, rozando entre mi cadera y mis pompas.
    Hoy por hoy. Decidí no callarme cuando estas cosas pasan, alzar la voz y defenderme porque la mejor arma de los acosadores es el silencio y la vergüenza que sentimos.
    Incluso, cuando mirar mis pechos pequeños en el espejo me recuerda malos momentos y me hacen sentir mal, mi novio me recuerda que no me definen y que son hermosos porque son míos. Me alienta a alzar la voz y, en caso de sentirme muy vulnerable, decirle porque él me ama y está dispuesto a ayudarme y defenderme.
    Te aconsejo, no te calles si te sientes cosificada por tus familiares, compañeros, amigos, conocidos o extraños. Al contrario, hazles saber que te sientes incómoda cuando dicen o hacen ciertas cosas. No te vuelve mamona el hecho de decir que algo te hace sentir incómoda, te hace fuerte, porque nadie tiene derecho a abrazarte para excitarse con tus pechos como una «broma», a morbosearte, a decir comentarios groseros y luego decir que es «broma». Todo lo hacen en «broma», es el comentario que usan para desarmarnos y dejarnos como las mamonas, las exageradas o las que no aguantan nada. No tenemos que soportar «bromas» que nos insultan o nos acosan. No te dejes. Aquí tienes una persona que te apoya y te alienta a defenderte. Entre mujeres nos apoyamos. Suerte.

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