Cuando digo que el feminismo me cambió la vida para bien sé que muchos (omvrez) me ven como si estuviese metida en algún culto de life coaching y estuviese buscando a mis tres nuevos reclutas; sin embargo es cierto, cuestionar al patriarcado no sólo me volvió una persona más segura y consciente, sino que también me ayudó a mejorar la relación con las demás mujeres en mi vida, incluyendo a mi madre.

Es una muy larga historia, y estoy convencida de que sólo una telenovela protagonizada por Silvia Navarro y Evangelina Elizondo  le haría justicia: chantaje, abuso emocional, mentiras, llanto, en fin,  mi mamá y yo nunca fuimos buenas amigas. No fue de un día para otro; el feminismo ni los seres humanos funcionamos así (creo yo) es un proceso, uno que depende de cada persona pero que empieza con una afirmación bastante simple: las mamás también son seres humanos. Las mamás también son mujeres.

DUH! No crean que soy muy pendeja pero a veces solemos poner a ciertas personas en estándares muy altos, en repisas intocables e ignoramos que en el fondo, al igual que nosotras (os) también están lidiando con su propia existencia. Mi mamá suele decir que cuando una es madre deja de existir y todo lo que importan son sus hijos, y le creo. Pero lo cierto es que ser mamá (en mi experiencia teniendo unas cuantas presentes) no te hace olvidarte de todos los problemas que tenías antes de esto, en dado caso los empeora o los hace más evidentes, sobre todo si no querías volver a pensar en ellos.

Mi mamá por ejemplo vivía con culpa, culpa de no ser suficiente, culpa de haber puesto una carga en mi que no me correspondía, culpa de no haber estado presente cuando sus hermanas la necesitaban más allá de lo económico y mucha culpa de nunca haber tenido el valor suficiente para cuestionar al sistema y decirle bye a las ideas de que el divorcio te convierte en una paria social y hace que tus hijas se vuelvan bastardas. Ideas que hoy son más evidentemente cuestionadas pero que hace 50 años no o que no se hablaban de manera abierta como por ejemplo el que muchas ni querían ser madres.

Si de por sí ser mujer ya es complicado en este sistema, agréguenle una serie de ideas preconcebidas del deber ser para cuidar a otros: tierna, amorosa, paciente, dispuesta a todo, etc. Existe x cantidad de ideas asociadas a la maternidad que me hacían sentir súper frustrada porque mi mamá no era nada parecido a eso; lo único en lo que coincidíamos es que no teníamos nada en común.

Cuando empecé mi proceso como feminista, me di cuenta que también había sido muy injusta con mi madre; me costó la vida pero al final me  acerqué a ella para que me contara sus experiencias,  a la vez que le platicaba de todo lo que aprendía y platicaba con mis amigas; me senté a escuchar sus  miedos e inseguridades no como MI mamá, sino como una mujer ajena a mi; la traté como un individuo y no como mi propiedad. Conocer sobre su vida antes de ser madre y su relación con mi abuelita me hizo comprender muchas cosas como por ejemplo entender que cuando vives en un círculo de violencia y abuso no te das cuenta cuando te conviertes en el abusador con las personas que tienen menos poder que tú, en su caso conmigo y en mi caso con mi hermana.

Suena muy simple pero en realidad fueron años y no todos los momentos fueron felices, pero mientras más comprendía cómo el patriarcado nos limita y nunca nos deja ser suficientes más fácil fue entender a mi madre y las presiones con las que tenía que lidiar como empresaria, madre, esposa y además, ama de casa.

Mi mamá pasó de ser a mi enemiga a muerte a mi mejor amiga y aunque seguimos lidiando con muchas cosas como por ejemplo el clascismo y el racismo, nuestra relación no es NADA como lo era hace 7 años.


Al final siento que apliqué la de RuPaul y comencé conmigo; primero tuve que comprender que mi inestabilidad emocional no era mi culpa, perdonarme y luego aprenderme a amar para  ser paciente con los demás, entendiendo que están igual de rotos que yo y que también están lidiando sus propias batallas, en especial aquellas a las que el patriarcado las ha chingado toda su vida hasta hacerlas creer que no merecen más y que las cosas tienen que ser de una sola forma (obvio privilegiando al hombre), como le pasó a mi mamá. 

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