Por Sergio Aguilar Alcalá

Maestrante en comunicación. Análisis de cine y políticas culturales

medium.com/@sergio_jaa

 

Antes de la cultura hippie a finales de los 60s y el feminismo de segunda ola que vendría después, había un caricaturista norteamericano dedicado a crear cómics eróticos con temática BDSM, hombres sumisos y mujeres dominantes: Eric Stanton, uno de los artistas de cómics eróticos más interesantes del siglo XX.

Quizá el primer antecedente directo de Stanton sea Bernard Montergueil, un enigmático artista gráfico del que poco se sabe, aparte de que sus trabajos datan alrededor de la década de los 20s y 30s. En sus obran eran mujeres aristócratas o en posiciones de poder -y en menos ocasiones, hombres- que usaban hombres como instrumentos y/o esclavos sexuales. La imaginería de Montergueil era prodigiosa: mesas de ataduras, látigos, vestimenta de cuero, grilletes y esposas especiales: cuando se buscan formas creativas de inmovilización corporal con fines eróticos, no parece haber límites.

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Stanton nació en Nueva York en septiembre de 1926 (así que estamos celebrando su 90 aniversario de nacimiento). Comenzó a trabajar en los cómics desde muy temprana edad, y hacia la década de los 50s comenzó a mostrar interés en las temáticas que captarían el resto de su trabajo: la dominación sexual por parte de las mujeres. Irving Klaw, el director de las famosas cintas proto-porno de Bettie Page, lo invitó a participar en su revista Movie Star News, donde dio rienda suelta a su peculiar y única imaginación sexual (Booker, 2010).

Los cómics de Stanton no son fáciles de leer. En sus primeros años, predominaba mucho texto: varios párrafos eran dedicados a contextualizar psicológicamente a sus personajes. Lo que también predominaba era una idea: la mujer como quien dominaba la relación. Parece complicado aún hoy, pero que una mujer domine la situación sexual no siempre es tan obvio como parece: en uno de los números, es un hombre el protagonista de la voz en off que lleva todas las viñetas y en las que conoce una mujer que lo invita a ir a su casa. Allí se desplegará un espectáculo de aparatos bondage con los que la mujer, su hija y su mucama someten su propio cuerpo. Ella le pide a él que la ate con mayor fuerza a la silla, que inmovilice sus brazos con la total seguridad de que no podrá levantarse de ahí. Él duda, al principio porque no sabe qué tan fuerte debe de atar para no lastimarla, si acaso no va a usar esto ella en su contra, pero en realidad parece que duda porque, si bien la mujer está siendo físicamente constreñida, es él el que está siendo manipulado: es una mujer la que le está diciendo qué debe de hacer, es una mujer la que está dirigiendo su propio placer usándolo a él como instrumento.

En esta primera etapa de Stanton, los cómics son en blanco y negro, con alto contraste. Es natural esta elección: tanto por el formato de impresión de las publicaciones en las que aparecía, como el universo plagado de botas de cuero, máscaras y látigos negros.

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Conforme ganara popularidad, dejaría el blanco y negro para entrar al color y a nuevas historias. Comenzó a desarrollar personajes particulares y líneas temáticas. Una de ellas era la de Dominant Wives (Esposas Dominantes), en la que mujeres casadas experimentaban nuevas formas de tener sexo con sus esposos, ya sea dándoles nalgadas, atándolos a la cama o simplemente golpéandolos o poniéndoles vestido y haciéndoles que barran la sala. Stanton no se aparta de cánones de belleza de la época: las mujeres son curvilíneas, con grandes pechos, caderas, traseros, cabello voluminoso.

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Otra línea fue con el personaje Blunder Broad, una especie de parodia de heroínas de cómics que siempre terminaba siendo sometida, atada y violada por sus propias enemigas -todas mujeres también-.  Es evidente el gradiente de sexualidad con el que ella incluso forcejeaba: siempre en claras alusiones a posiciones sexuales o dobles sentidos.

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Abundan también en su obra las escenas de face sitting, la práctica en el que los hombres se recuestan sobre el piso y una mujer se sienta sobre su rostro, en busca de que se le de sexo oral.

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Así, las mujeres que aparecen en los cómics de Stanton no sólo dominan sexualmente la relación, sino que buscan el total sometimiento del sexo contrario. Sus medias, altos tacones negros, pronunciados escotes, gruesos cinturones y fumando en la cama es una actitud que nos puede parecer cliché hoy, pero que era un verdadero statement político entonces.

Stanton fue criticado y apreciado por igual. Se le tachaba de jugar con una fantasía irrealista de que las mujeres siempre pretendían hacer daño o que eran depravadas sexuales que no podían encontrar satisfacción fuera de usar grilletes, cadenas y cuero.

Sin embargo, no se puede dudar que Stanton era una voz muy distinta en el panorama de cómics para adultos, que si bien no eran ajenos a temas BDSM o de dominación femenina, no había artista que lo trabajara exclusivamente como él. Se le aplaudía otorgar a las mujeres un nuevo papel en la significación de su identidad sexual, en proveer nuevos modos para leer la femineidad y que llevaran la batuta en la relación. A pesar de ser casi contemporáneos, podemos rastrear dejos de influencia en Robert Crumb, y en general, en la imaginería que ronda las prácticas BDSM.

Si bien en sus últimas etapas los hombres no parecen estar pasándosela muy bien, la idea era que las mujeres encontraran otras formas de goce. Y de cualquier modo, valdría recordar que quizá lo que tanto asustara a los hombres de los cómics de Stanton no fuesen las nalgadas, las humillaciones a trasvestirse o los dildos con los que se les penetraba sin aviso alguno: más bien, parece que esos hombres estaban viendo un futuro en el que no tenían el control hegemónico sobre el cuerpo del sexo contrario. Lo que les mataba de miedo era que estaban en presencia de una mujer que no sólo sabía muy bien lo que quería, sino que lo hacía. Y eso, hoy, parece seguir siendo tema de pavor.

 

Bibliografía

Néret, Gilles. (1994). Erotica Universalis. Köln: Taschen.

Kroll, Eric (ed.). (2001). Eric Stanton. Dominant Wives and Other Stories. Köln: Taschen.

Booker, M. Keith. (2010). Encyclopedia of Comic Books and Graphic Novels. California: Greenwood.

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