Por Faride Candiani Azcoitia

 

Me siento temerosa de escribir. Probablemente por eso lo pospuse hasta la fecha límite para enviar el texto. No estoy segura de si lo que estoy escribiendo está bien, o si será del agrado de alguien, o siquiera si me lo van a aceptar (en especial porque no estaba segura del formato y la longitud que pedían), pero creo que servirá ya sea para que alguien más me lea y así promueva una reflexión interna sobre su propia historia, o al menos a mí, como una manera de seguirtrabajando en esto.

Mi historial de parejas es… caótica, por decir una palabra. Relaciones con ciertos niveles de toxicidad en las que las dos partes nos lastimabamos y terminaba la relación mentando madres para después buscar una nueva pareja en los meses posteriores; viéndolo en retrospectiva, creo que yo sería lo que en inglés se conoce como serial monogamist, o monógama serial, definido por el Urbandictionary como “alguien que está el menor tiempo posible en soltería, moviéndose del final de una relación al inicio de una nueva tan rápido como le sea posible” (traducción mía). No fue sino hasta la carrera que terminé con la sanguijuela que en ese entonces era mi novio y decidí trabajar un tiempo en mí misma y estar soltera.

Fue lo mejor que pude decidir ya que disfruté, aprendí de mí misma, de mi interacción con las personas y estuve con quien quise sin ataduras durante un año. Después de ese tiempo decidí empezar a salir con uno de mis mejores amigos, quien es la razón de todo esto. Por cuestiones de anonimato me referiré a él como DA.

DA era un amigo muy cercano. Yo le hablaba de las personas con las que me metía o de mis amores imposibles y él me hablaba de los suyos. Aunque yo soy bastante extrovertida y él es algo retraído, congeniamos bien, en especial porque considero que nos respetamos lo suficiente para tener un buen trato, aunque nuestros gustos en común por películas, música, series y cosas geek-otaku probablemente ayudaron. Después de cierto tiempo comenzamos a compartir más tiempo y las cosas se fueron dando.

Honestamente puedo decir que, a pesar de todo, la relación con DA ha sido la mejor que he tenido. Y digo “a pesar de todo” porque, evidentemente, nuestra relación estuvo lejos de ser perfecta. Al inicio las cosas iban bien: seguíamos conservando nuestra amistad, las relaciones sexuales eran muy buenas y fueron mejorando con el tiempo, ambos intentábamos ser asertivos y nos integramos bien a la vida del otro. El problema con esto de “la vida” es que nadie te dice que tu pareja y tú van a seguir creciendo, y no necesariamente para el mismo lado.

Antes de seguir con la historia quiero aclarar algo: yo no soy una persona fácil de tratar. Puedo ser muy buen pedo como amiga y laboralmente siempre doy lo mejor de mí; el problema es que tengo ciertos problemillas emocionales que no había podido trabajar bien y esto ayudaba a que mis antiguas relaciones no salieran de este “carrusel del terror”. Aunque mi relación con DA fue, por mucho, la mejor relación que he tenido porque no hubo ni rastro de la toxicidad de mis ex parejas, yo  no supe actuar de otra manera.

Mis problemas emocionales son por temporadas y a veces DA no sabía cómo tratar con ellos; me llegó a revelar que éstos probablemente le afectaban más de lo que debería ya que sentía que él, como mi pareja, debía ayudarme a “salir del hoyo” cuando yo estaba muy cómoda en mi sufrimiento porque es lo que conozco y lo que me ha ayudado durante toda mi vida. Eventualmente él se comenzó a alejar emocionalmente, lo que generó que yo exigiera más su apoyo, ocasionando el efecto contrario. Por otra parte, se dieron cambios drásticos en la filosofía de vida de DA y en su forma de pensar que chocaron con los míos, lo que ocasionó que yo no lo apoyara de la manera en la que él necesitaba durante estos cambios importantes para él.

Intenté mantener la relación como pude, e incluso comencé a tomar antidepresivos, pero eventualmente sentí que estaba jalando sola. Hablamos y ambos coincidimos en que las cosas no estaban bien, pero no queríamos terminar, así que decidimos abrir la relación para buscar en otras personas lo que no estábamos obteniendo dentro de la relación. Sólo estuvimos una semana así. Durante esa semana me metí con un amigo mío de la secundaria, con quien tuve una relación sexual tan satisfactoria y llena de afecto que me di cuenta que aquello que estaba buscando lo quería de DA y él no me lo iba a dar y el hecho de estar buscando a alguien sintiéndome aún atada a él sólo estaba ocasionando que me clavara más y más, así que lo terminé al día siguiente. No fue una relación especialmente larga, pero han sido los dos años y medio más significativos que he tenido en cuanto a una pareja se refiere.

No me enorgullezco en lo absoluto de los dos meses que siguieron a la ruptura: fue uno de los peores semestres de mi carrera, intenté aplicar de nuevo esta monogamia serial rogando afecto a cualquier persona que me volteara a ver, metiéndome incluso con personas equivocadas, era llorar todo el tiempo y no sentirme apoyada ya que compartimos los mismos círculos sociales, era mi hermana minimizando mi sentir y asustándome con que mi duelo no debía durar más de seis meses “o sería patológico”, era yo a la deriva ya que mi presente y mi futuro lo incluía. Mientras tanto, él lucía “normal” y hasta me enteré que intentó salir con una chica de la Facultad.

Estaba destrozada; yo seguía tomando antidepresivos, pero no sentía que me estuvieran ayudando. Tuve que hacer todo mi esfuerzo para no caer: buscar cosas con qué entretenerme como trabajos, nuevos pasatiempos, retomar viejos pasatiempos, reencontrarme con quién yo era ahora, hacer nuevas amistades y reencontrarme con personas que en otros momentos no me habría imaginado que pudieran serlo. Con el paso del tiempo dejé de tomar antidepresivos, porque en verdad sentía que no me funcionaban, e hice todo lo posible por no caer, recargándome en las nuevas redes de apoyo que había obtenido. Creo que tuve algunas altas y bastantes bajas, en ocasiones me seguí haciendo daño, pero poco a poco fui avanzando. Hasta que se me ocurrió salir con él para hablar.

Cada que lo veía sentía un retortijón en el estómago que era placentero y a la vez sumamente doloroso (en ese orden). Salimos, hablamos, le rogué, terminamos cogiendo y acordamos ser amigos y seguir teniendo relaciones. Accedí y al poco tiempo viajé a visitar a mi familia. Cuando regresé supe que ya tenía novia: una chica preciosa e inteligente que probablemente le daba todo el apoyo que yo no pude. Aún así cogimos en varias ocasiones, sin embargo, dejamos de hacerlo por respeto a ella. Varios meses después ellos terminaron y obviamente él no regresó conmigo. Volvimos a caer en ese juego de ser amigos y tener relaciones sexuales, y aunque no me hacía feliz estaba conforme porque, aunque fueran migajas de lo que alguna vez fue, al menos estaba cerca de él. En algún momento estuve a punto de perder estas “migajas” por una discusión que tuvimos en una borrachera, pero volvimos a lo mismo. Incluso aunque yo me decía a a mí misa “a partir de X mes ya no lo voy a hacer”, volvía a caer.

No sé cómo es que pasó, pero pesar de que yo ya estaba superándolo cada que me encontraba con él volvía a enamorarme. Y aunque sabía que tanto él como yo estábamos mejor separados que juntos, eso no evitaba que añorara su compañía.

Durante todo este tiempo me involucré sexualmente con otras personas, tanto por deseo como por tener un poco de contacto con otro ser humano que potencialmente me pudiera dar algo de lo que busco, sea lo que sea eso. Creo que poco a poco desarrollé un cierto temor o un sentimiento ambivalente a tener una relación: quiero una relación seria, pero tampoco lo quiero del todo en este momento. No me parece justo para mi potencial pareja que yo esté suspirando por alguien más como porque pienso que, incluso con varias cosas en contra de DA, sigo prefiriendo estar con él que con cualquier otra persona. Y para quienes piensen que probablemente lo estoy poniendo en un pedestal, no considero que sea el caso: estoy consciente que DA es una persona maravillosa que me dio mucho, pero considero que también es un pendejo con varios defectos y aun así lo prefiero por sobre muchas personas que se han puesto frente a mí en el tiempo que ha pasado posterior a la ruptura.

Admito que a veces me gustaría conseguirme una relación con la primera persona que se deje y aplicar la del clavo que saca a otro clavo, pero sé que no es precisamente lo más sano ni lo mejor para mí, por no decir que eso de los clavos es una total mentira: por experiencia les digo que terminas con dos o más clavados en el pecho. Aun así, hay días en los que de verdad no puedo esperar a superarlo al 100%.

Ha pasado más de un año desde que DA y yo terminamos. Ha sido una temporada de cambios muy drásticos para mí, en cuanto a quién soy, cómo pienso y cómo actúo. Sigo teniendo problemas emocionales pero ya no me aíslo, e incluso estoy trabajando en ello con un profesional. Volteo a ver a quien yo era durante la relación con DA y creo que soy una persona completamente diferente para bien. Evidentemente aunque la ruptura me causa mucha tristeza hasta la fecha, puedo ver que me ha traído muchos beneficios porque empecé a ver por mí y para mí. No creo estar completamente del otro lado ya que sigo amando a DA, sigo prefiriéndolo a él por sobre cualquier otra persona, seguimos en la misma dinámica de amigos que mantienen relaciones sexuales, y sigo sintiendo cada que lo veo y lo beso esos retortijones placenteros y dolorosos en el estómago; lo bueno es que el dolor es significativamente menor.

Probablemente opté por el camino largo para superarlo, pero no me siento perdida.

Deja una respuesta