Por Karol Dayana

Hace como dos años conocí a un tipo en una de esas aplicaciones de cita, la verdad me gustó mucho y fui yo quien insistió en que salieramos. En la segunda cita tuvimos relaciones (pensé que podía controlar la situación y dejarlo hasta ahí) pero no fue así. El man me había dicho que había salido de una relación muy herido, me echó el cuento de que su ex era una malvada y yo de boba le creí.

Al tiempo de salir con él y por medio del stalkeo pude darme cuenta que había regresado con su ex. Me sentí como una MIERDA, fue un duro golpe a mi autoestima, confianza, ego. Por esta razón quise ausentarme sin decir nada, pero al tiempo volvió a buscarme y empezó un círculo vicioso: a veces estaba conmigo, a veces estaba con ella.

La empecé a odiar y empecé a odiarme también. Permití cosas que se suponía nunca iba a permitir. Hasta que un día me cansé y mandé todo a la mierda. Sin embargo, no me duró más de seis meses la valentía.

El semestre pasado él se fue del país mientras yo estaba en ese proceso de sanación interior pero volvió a buscarme y nuevamente cedí. A pesar de no estar cerca me hacÍa creer que sí lo estábamos. Lo único que le faltó prometerme fue las gemas del infinito por lo que le seguía creyendo a pesar que una corazonada siempre me decía «mija este man no ha cambiado, te la va a hacer de nuevo».

Y sí, así sucedió.

Ahora estoy más decidida que nunca a no volver a caer en ese círculo vicioso de mal amor, de mentiras, de control sobre el otro. Al mismo tiempo estoy en el proceso de perdonarme, de dejar de pensar que la otra es mi enemiga sólo porque la están engañando igual que a mí.

Incluso he llegado a pensar que seríamos buenas amigas y lo absurdo que fue llenarme de malos sentimientos con una hermana, quien también estaba siendo utilizada por el mismo idiota que no valora nada, salvo su ego.

Con esta historia espero que las mujeres puedan entender que el centro de una relación debe ser el respeto a una misma y al otro, y que no porque queramos a alguien debemos olvidar nuestros sueños ni nuestra forma de concebir el mundo.

Afuera hay un montón de posibilidades que nadie puede darnos, salvo nosotras. Y no está bien ponernos en contra la una con la otra por hombres que no piensan más allá de su falo.

 

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