México es uno de los países con un mayor índice de pedofilia, claro que los titulares nunca lo dicen así, lo que leemos en el periódico es que México es uno de los países con mayor índice en embarazos de adolescentes/niñas. Tristemente en este y en muchos países una niña poseedora de un cuerpo lo suficientemente desarrollado para menstruar y por tanto «para procrear» es percibido por muchos enfermos como el de una mujer. 

Claro, no es sólo eso lo que me lleva a afirmar que somos un país con un problema de pedofilia; también está el no tan lejano ejercicio que surgió en Twitter y luego llegó a Facebook bajo el hashtag #MiPrimerAcoso. Este vino a evidenciar el alarmante problema, y es que la gran mayoría de los testimonios se encontraban en el rango de edades de los 6 a los 10 años. Aún me duele recordar las anécdotas que leí, y no me quiero imaginar las de las mujeres que pertenecen a un estrato socioeconómico menor, porque lo que leímos fue de aquellas con acceso a internet y a un celular –entre otros privilegios– que les permitieron ser capaces de hablar de lo que les pasó.

Todos sabemos que existen más casos allá fuera, más terribles y tristemente aún muy normalizados en ciertos sectores. Ser mujer en un país con un alto índice de feminicidios y uno aún mayor de violencia de género es difícil y peligroso, pero ser niña lo es más. 

Es por estas razones que ya no podemos seguir educando a los y las niñas como lo hemos venido haciendo. Ya basta de hacerles creer que es su culpa, de enseñarles que así son los hombres y que se tienen que cuidar, de enseñarles a callar y también basta de enseñarles a los niños a agredir, porque al justificar al agresor es eso lo que les estamos diciendo: que hay algo en ellos que se activa de forma natural por culpa de ellas. Aunque en el nivel en el que estamos hay que ir un paso más adelante, tenemos que enseñarles a los niños qué es el acoso. 

Y para eso está el maravilloso libro «La breve pero significativa lucha de la niña ajolote» escrito por Carolina Castañeda. Es una novela gráfica muy divertida, en la que seguimos a Ajo, quién está pasando por la pubertad y es por lo mismo una adolescente con muchos cambios de humor, que se desespera por lo mismo y que en definitiva no quiere pasar por nada de lo que está pasando. Y todo es risas y diversión hasta que un hombre acosa en el transporte público a Ajo, quien por suerte es defendida por otros pasajeros. 

La novela es muy sencilla de leer, la forma en la que tocan el tema es accesible para los niños y por la forma en la que Ajo junto con su familia pasan por esto da esperanza. Es un libro que toda niña debería poder leer, y yo cada que puedo lo recomiendo en la librería como lectura conjunta entre padres e hijos, y cada vez que me han hecho caso siento que he contribuido un poco, así sea solo en la vida de esa niña en particular.

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