Por Celeste González

Conocí a mi ex cuando tenía 18 años, estaba en casa de mi mejor amiga, ella y yo nos encontramos mirando fotografías de sus compañeros de clase y fue en ese momento en que lo vi por primera vez. Para mí no existía nadie mas lindo que él, pero tenía novia así que solo lo agregué a Facebook y preferí alejarme. Un día común y corriente, me apareció justo en el inicio su nuevo status de soltero. Me armé de valor y le hablé, pasaron los meses y platicabamos de vez en cuando pero yo sentía que le era indiferente, así que dejé de hacerme ilusiones ya que no había interés de su parte.

Un fin de semana de abril, Carlos —un amigo que vivía por mi casa— me platicó que se había cambiado de carrera y que sus nuevos compañeros de salón eran muy divertidos, me mostró fotos y videos; mientras mirábamos y reíamos con esas imágenes algo saltó a mi vista: en una fotografía se encontraba él, estaba riendo a carcajadas, Carlos le dio siguiente y pasamos a ver las otras imágenes y en todas salía él. Algo sucedía en mi estómago, era una sensación nueva para mí, no lograba explicarme por qué este chico al cual conocía muy poco me podría estar provocando todas esas emociones, le pedí a mi amigo que me hablara de él, le conté lo que sentía y que hacía meses que este chico me gustaba, pero él no mostraba interés por mí. Carlos me dijo que me ayudaría con él, que le iba a hablar muy bien de mí para que se animara a invitarme a salir.

Después de unos días recibí una llamada. Era él. Yo no sabía como reaccionar, pero no podía perder la oportunidad de charlar un momento, contesté y me preguntó cómo estaba y qué me encontraba haciendo, le respondí que estaba bien y que en ese momento estaba en la escuela, después y sin ningún filtro me aventó una bomba, dijo: «Celeste, ¿quieres ir conmigo el jueves a una fiesta de mi universidad? Un compañero de mi salón está concursando para rey, y vamos a ir a apoyarlo».

Me quedé pálida, no sabía qué decir, el chico con el que tanto tiempo había soñado, por primera vez me estaba invitando a salir, así que como pude, articulé una palabra: «¡sí!». Él dijo que pasaba por mí para irnos al evento. Estaba feliz, brinqué de alegría porque no lograba entender cómo era posible que eso me estuviera pasado a mí, y desde ese momento de manera inconsciente tomé la decisión de que todo mi mundo giraría alrededor de él.

Llegó el día y yo me arreglé lo más linda posible para que él se quedara anonadado con mi «belleza» (y no es que no  sea bonita, pero uno siempre quiere verse más linda de lo normal para «su chico»). Subí a su auto y todo el trayecto de mi casa al antro, me fui en silencio, normalmente soy una persona que habla hasta por los codos, pero con él me daba miedo decir algo y arruinarlo, o que se enfadara conmigo por hablar tanto. El transcurso del viaje se me hizo eterno, cuando al fin llegamos, me abrió la puerta, bajé del auto y lo miré de pies a cabeza, se veía perfecto. Entramos al lugar y estaban todos los amigos de él junto con Carlos, mi amigo; él me presentó a todos pero ellos ya sabían quién era yo, al parecer Carlos se había encargado de que todos en su salón se enteraran de que mi ahora ex me gustaba.

Las compañeras de él me saludaron eufóricamente como si fuéramos amigas y me empezaron a bombardear con preguntas, yo estaba aterrada, me quería ir, por mi cabeza pasaban mil cosas al mismo tiempo, pero ya había pasado por mucho como para salir corriendo, así que respiré y me calmé.

No haré más larga la historia, la noche pasó y al final, antes de volver a casa, lo besé, sentí que me iba a rechazar pero no fue así, cuando llegamos a casa le pregunté si me llamaría mañana, él sonrío y me contestó: «Eres la niña más rara que he conocido, primero no dices nada, luego me besas de sorpresa y ahora preguntas si te llamaré, creo que esto tiene un buen futuro. Sí, Celeste, te voy a llamar».

Ya se imaginarán lo feliz que estaba. Pero nada es para siempre, después del primer año terminamos y ahí inició mi relación tóxica, ya que perdí la cuenta de las miles de veces que cortamos y volvimos y yo seguía ahí, aferrada. Cuando cumplimos tres años, la relación estuvo en su mejor etapa. En ese momento él y yo comenzamos a hablar de casarnos y de comprar una casa. Había muchos planes, pero yo no me daba cuenta que todo lo que hacíamos y los planes que teníamos eran cosas que él quería; me olvidé de mí, ya no tenía amor para mí, porque todo mi mundo, mi vida, mi amor y hasta mi alma, le pertenecían porque yo lo decidí así.

Oficialmente nuestra relación duró cuatro años, pero del 2015 hasta enero de este año tomé, o mejor dicho, no me quedó otra opción más que decir «ya», pasé casi dos años sin poder estar con nadie porque seguía con él, aún sabiendo que veía a otras mujeres. Jamás me importó porque me seguía mintiendo a mí misma, me decía que estaba con otras pero volvía conmigo por que aún me amaba, porque si de verdad quisiera estar bien con cualquiera, ya no me buscaría más. Pero me seguía mintiendo, dentro de mí estaba consciente que ya no lo amaba, pero entonces… ¿por qué seguía humillándome de esa manera? La respuesta es fácil, yo no me sabía amar si no era estando a su lado.

Elegí el primer tópico por una simple razón, cuando nuestra pareja nos deja, hacemos hasta lo imposible por volver con él/ella, nos humillamos y le decimos a todos los que nos rodean algo como «Es que yo no soy nada si él/ella no está conmigo, mi mundo entero es esta persona, yo lo(a) amo», pero cómo podemos decir que amamos a alguien si no nos amamos a nosotros mismos.

No fue y no es nada fácil para mí asumir que mi relación con esta persona había terminado desde hace mucho. En mi cabeza seguía pasando la misma frase, entregué tanto, y eran esas palabras las que me seguían teniendo atada. No sé si soy la persona más indicada para dar estos consejos, pero por la experiencia  y aprendizaje que me dejó esta larga relación, lo que les escribiré espero que les sirva, al menos yo, sé que son errores que no cometeré de nuevo o que al menos me esforzaré por no cometerlos.

1.- Cuando una relación termina por primera vez y decides volver, es casi seguro que este círculo vicioso se repetirá, si ya tomaste la decisión de terminar y sabes cuánto vales como persona y eres consciente de que mereces algo mejor, entonces mantente firme (lo mismo para las personas a las que las terminan).

2.- Mi mamá siempre me dijo «ni todo el amor ni todo el dinero», cuando entregas todo y la relación se termina, muchas veces te sientes vacía y es que uno nunca debe de olvidar que primero eres tú y después él, el amor propio siempre debe de ser nuestra prioridad.

3.- Si les pasó como a mí, que su ex las dejó por que ya estaba con alguien más y lo peor de todo es que viven en la misma ciudad, no tengas miedo de encontrarte con ella, al contrario, piensa que te hizo un favor, te mereces algo muchísimo mejor. Tómate tu tiempo, sana tus heridas, medita y, cuando estés lista, el destino lo sabrá y pondrá a la persona adecuada.

4.- A mí algo que hasta el momento me ha funcionado es hacer una lista donde pongo todo lo que yo considero que son mis virtudes como persona, como hija, como hermana, como amiga y, al final, como pareja. Me recuerdo constantemente que soy buena y que merezco alguien igual de bueno que yo, créanme, sí sube el ánimo.

Y por último, un consejo de la hermana de mi mejor amiga, cuando Eimy (mi mejor amiga) pasó por una situación así, su hermana le dijo «Eimy, el amor no duele, y yo veo que a ti te está doliendo mucho». Meses después, Eimy me dijo exactamente lo mismo, «Celeste, el amor no duele, el amor se trata de ser feliz, de gozar, de sentirte bien, se trata de querer compartir con todas las personas que nos rodean esa felicidad, pero para poder hacer eso, debemos de amarnos nosotras, y querida amiga, yo veo que a ti te está doliendo y mucho, pero es por que aún no haz aprendido a amarte lo suficiente».

A todas y todos los que estén leyendo esto, para amar a alguien más, hay que amarnos nosotras, y amarnos muchísimo. Si están con alguien y les está doliendo, les está costando la vida y se les está desgarrando el alma, déjenme recordarles algo: el amor no duele.

Deja una respuesta