Tu regazo frío era mi vista favorita al despertar, como si fuera paisaje, amanecer o un rayo solar.

Y yo me sentaba a verte soñar.

Dibujando tus comisuras con mi pulgar. Y llovían pedacitos de esperanza por tu espada, entonces pensaba que eras arte y me sentía poeta.

Cuando estabas muy triste me sonreías de lado, lo se porque minutos después había sollozos por toda la casa, y el baño terminaba frío y oscuro.

Como si fuésemos planta y maceta siempre encajábamos. Pero a las doce éramos extraños.

No me gustabas a las tres, cuando la gota de sudor te corría por la barbilla, ni me gustabas a las cuatro cuando el hambre te volvía superficial.

Sin embargo, jamás dejaba de quererte. Y había gaviotas en mi puerto siempre, y un par de versos que solo las olas sabían rimar.

Recuerdo la vez que me dijiste que mi poesía era terrible, quise echarme a llorar pero en cambio te deje de hablar, y al sexto día enmarqué una hoja a tu guantera, donde escribí una poesía con tinta negra.

Llegaste a casa con Margaritas y el pelo mas corto.

Y nos hicimos amigos, ahora un poco más flacos y jodidos.

Tus labios manzana resaltaban con la puerta principal, como si fuesen también una entrada a mi hogar.

Creció nuestro primer problema que fue escoger el lugar de la cama.

Y luego otros tantos como querernos a medias y luego querernos completos.

El mechón detrás de tu oreja siempre te hizo más interesante parecías recién salida de un libro de arte.

Hablaste siempre en verso, lo supe por tu acento apuesto que terminaba siempre con una vocal.

No importaba como sabías cuando estaba mal, quizás por eso te amo tanto. Cuando te encontré en aquel parque, ya estabas rota y desilusionada, ya estabas anocheciendo.

Y me gustó verte amanecer. Dime algo que no sepa.

Y te diré algo que no sabes tampoco, por ejemplo que no te quiero y que te aborrezco casi tanto como te necesito. Que no te necesito, pero me gusta pensar que si para poder odiarte.

Tu cosechas flores en mi maleza y la llamas jardín, me haces sentir tonta y luego me besas las muñecas para que escriba versos que hablen de ti.

Y es así como siempre termino viendo tu regazo, tu lunar y tu diente desalineado. Es así como te vuelvo a amar de nuevo, todos los días, de manera distinta y cada vez más.

Y si no me hubieran roto antes. ¿sabría aborrecerte de pies a cabeza hasta aceptar que soy tuya?

 

Los muertos van a marte

Me lo dijo tu boca en nuestro primer beso. Y como su fuera solo eso, aprendí a besarte fuerte y a soltarte despacio.

Me pedías abrazos y yo te daba reinicios. A veces cuando callabas, como que se paraba el mundo mientras yo podía sentir tu respiración tan profundo.

Como el millón de versos que todavía no se escribir.

Como los desastres que me haces sentir.

Me miras tan guapa como si fueras lunática, entonces comprendo que naciste en agosto cuando las flores todavía no tienen costo, ni gracia.

Ojalá no te enteres de que los lunares también son estrellas y que tú, eres un maldito universo.

En mi verso otra meta: Hacerte reír cuando te sientas muerta.

Estás más bonita cuando no escondes tus defectos.

Cuando eres tú sin efectos. Y te quiebras la cabeza pensando que te vi, buscando en tus valijas lo que más te agrade de ti.

Pero lo cierto amor mío, es que yo me enamore de ti por tus errores, por tus defectos.

De las cosas que mas odias de ti. Ahí, entre lo que menos te gusta está lo que me enloquece.

No te quejes, yo te llamo perfección. Uno es de donde se siente artista.

Y yo me siento de ti, Arte. .-Te llamé arte.- porque bonita ni siquiera te queda, que se anden las guapas, las altas, las delgadas, las güeras, que se anden, que se crean ellas.

Que envidia no tendrán de ser como tú, loca, hermosa, fascinante, divertida y coqueta.

Que envidia no te tendrán al saber que tu belleza si es eterna.

Tú eres de las mujeres que a uno nunca dejan de gustarle, de esas mujeres que nunca te pasan, que nunca, nunca se te olvidan.

De esas que te marcan para toda la vida.

De las te hacen saber que cuando te mueres, te vas a Marte.

Deja una respuesta