Aunque lo sabremos con mayor seguridad dentro de unas horas, Casey Affleck podría llevarse el Oscar a mejor actor.  Para quienes han seguido la temporada de premios esto no les va a sorprender en lo absoluto incluso aún cuando detrás de él existen demandas por acoso por parte de la producción del mockumentary I’m Still Here protagonizado por su entonces cuñado, Joaquín Phoenix.

A muchos esta situación les parece irrelevante, primero porque ambas partes llegaron a un acuerdo y segundo porque, pues, Casey Affleck es muy talentoso. Las acusaciones en su contra e incluso el molestar público y de algunas celebridades, no ha podido frenar el éxito de Affleck en premiaciones y festivales ¿y por qué habría de hacerlo? No es como si sus acciones hayan creado un daño psicológico u emocional de por vida; no es como si esto no fuese normal en Hollywood, o el mundo.

El perdonar y premiar a un acosador quizás es de lo más leve que pase en la industria en donde el sexismo es el pan de cada día, y los abusos sexuales siguen siendo intrascendentes incluso cuando las víctimas terminan siendo las propias protagonistas del medio. Woody Allen, Roman Polanski y David Bowie son parte de los iconos culturales cuyas obras serán preservadas y aclamadas por la humanidad, aún cuando estos hayan sido acusados públicamente por sus crímenes sexuales.

 

Ronan Farrow, hermano de Dylan O’Sullivan Farrow, hija adoptiva de Allen de la cual abusó.

La eterna pregunta de si es posible separar el arte del artista se ha vuelto más importante con el despertar colectivo, y la salida pública de acusaciones, experiencias y casos: Hace un año, Lady Gaga se presentaba en los Oscares rodeada de sobrevivientes de abuso sexual mientras presentaba su canción nominada Till Happens to You, misma que escribió inspirada en su propia experiencia; El juicio de Kesha contra Dr.Luke por liberarse de su contrato con Sony  y de su violador, las declaraciones de Rose McGowan, Evan Rachel Wood, Gabrielle Union, Ashley Judd, Oprah, Madonna, Queen Latifah, Teri Hatcher, entre muchas otras.

El poder  que las estrellas masculinas gozan en la industria para quedar impunes está sustentado por un sistema que privilegia a los hombres blancos exitosos y queridos, como Johnny Deep acusado de maltratar a su esposa Amber Heard o Brad Pitt, quien después de su divorcio y problemas legales con Angelina Jolie por violencia  fue ovacionado de pie en su primera aparición pública, en los Golden Globes de este año. La apropiación cultural y el white washing se suman al racismo y discriminación que rodean a la industria, la cual ha sido tan normalizada que las críticas contra La La Land se leen como envidia u odio injustificado, aún cuando en esta todos los puntos anteriores son visibles. El fracaso de Nate Parker y The Birth Of a Nation en su carrera al Oscar en situaciones similares que la de Affleck, resulta ser el ejemplo perfecto de las preferencias de una sociedad que dejó e hizo posible la elección de Donald Trump. Con las revueltas y críticas que este a despertado podría parecer que USA (y el mundo) está viviendo un despertar colectivo, repudiando a un criminal a la par que le otorga a otro el máximo reconocimiento en su carrera.

La elección de Affleck por la estatuilla será sumada a una larga lista de situaciones en donde la Academia habrá dejado que la popularidad y sus propios intereses ganen, al premiar al protegido de sus dos chicos dorados taquilleros, Ben Affleck y Matt Damon por encima del arte. En la edición pasada, los Oscares recibieron una negativa colectiva por la nula diversidad en sus nominaciones incluso después de los premios. El #OscarsSoWhite llevó a la Academia a pedir la ayuda de Chris Rock en un intento por no verse como blancos supremacistas, el cual terminó en un infortunado discurso donde el comediante intentó justificar su chistes sexistas con la incorrección política. Si bien este año existe una mayor diversidad, las probabilidades de La La Land por llevarse todo, están a la par que las de Casey; En caso de ganar Affleck, es muy probable que Moonlight se lleve la estatuilla a mejor película, como una estrategia de compensación para no molestar a las masas, principio que se invertiría en caso de que Affleck pierda ante Denzel Washington, siendo La La Land  la mejor película del año. Los recursos e intenciones de Hollywood son tan trasparentes que la propia Viola Davis hizo su campaña para ser nominada como mejor actriz de reparto, al saber que no tenía probabilidades de ganar contra Emma Stone.

ICONIC!

Parece fácil separar al arte del artista, si lo hiciéramos muy probablemente nos quedaríamos sin contenidos que disfrutar, sin embargo habría que preguntarse qué sentirá Brie Larson al otorgarle el premio a Affleck, tal como lo hizo en los Golden Globes; ¿qué sentirán las victimas de Affleck al verlo en pantalla agradeciendo el apoyo a pesar del ruido? Habría qué preguntarse ¿qué sentirán las niñas que tienen que ver a sus violadores todos los días o convivir con ellos? o lo que los niños sienten al ver tanto a Trump como a Affleck ser celebrados pese a sus actos. Quizás lo único que nos haría cuestionar al artista e ignorar su obra es vivir una experiencia similar a las de sus víctimas, tal como dice Gaga: Till Happens to you. Quizás así, tal vez podamos entender lo horrible que es premiar a alguien que te tocó sin tu consentimiento.

 

 

 

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